viernes, 23 de septiembre de 2011

Érase un vez en América…

      El pasado miércoles 22 de septiembre una inyección letal acabó con la vida de Troy Davis.
Troy Davis ha pasado veinte años en la cárcel tras ser condenado por la muerte de un policía en 1989. A Troy Davis no le han salvado la vida ni los sucesivos recursos interpuestos por sus abogados, ni las solicitudes de clemencia que van desde el Papa Benedicto XVI a la del expresidente estadounidense Jimmy Carter, pasando por las miles de firmas recogidas por Amnistía Internacional. Tampoco ha evitado su ejecución que siempre haya defendido su inocencia, ni las dudas sobre su culpabilidad, ni que siete de los nueve testigos de cargo se retractaron de sus declaraciones.
            Un año antes, el 23 de septiembre de 2010 fue ejecutada Teresa Lewis. Tampoco a Teresa Lewis, le salvó la vida su deficiencia mental.
            La lista de víctimas es larga. EE.UU. mata a unas 50 personas condenadas al año (46 en 2010). Sólo China, Irán, y países en guerra como Irak, Paquistán o Sudán han aplicado más veces la pena de muerte.
            En EE.UU., que pasa por ser el país de la libertad y la democracia, el país que “exporta” los derechos humanos, del cual el primero es el derecho a la vida; se han ejecutado desde 1976, año en que se reinstauró la pena de muerte, 1270 personas. Sólo en los 15 últimos años se ha demostrado la inocencia de al menos 138 condenados a la pena de muerte.
            La condena y ejecución de la pena de muerte en EE.UU. es competencia de los distintos estados y de sus gobernadores. Hay excepciones, algunos delitos federales se castigan con pena de muerte. No ha sido el caso de Troy Davis, las últimas condenas federales las firmaron George W. Bush y John F. Kennedy. En el caso de Troy Davis, Barack Obama sólo podía pedir clemencia (no concederla), cosa que no ha hecho. Sin duda, el coste electoral se lo ha desaconsejado.

lunes, 12 de septiembre de 2011

11-S es el todopoderoso

            Bueno, pasó el décimo aniversario del 11-S. El décimo aniversario del fin del mundo (y del principio) porque antes del 11-S nada había sucedido y después nada sucede que no lleve la impronta de aquel 11-S (no hace falta decir el año, desde aquel 11-S todos los demás 11-S quedaron borrados de la historia –¡qué pensaría Salvador Allende, muerto el 11-S de 1973 en el golpe militar de Chile patrocinado por los EEUU!-).

            Las televisiones nos abruman con su masiva (des)información, programan reportajes especiales, emiten documentos gráficos de hace 10 años, conexiones en directo con los actos que se celebran en conmemoración, entrevistas con sesudos comentaristas políticos y catedráticos de historia contemporánea o con los periodistas que estaban en el aire cuando llegaron las primeras noticias de la colisión de los aviones con las torres gemelas de World Trade Center.

            La historia oficial cuenta que dos aviones (otros dos se estrellaron en el Pentágono y en Pensilvania sin causar víctimas) secuestrados por terroristas musulmanes se estrellaron con las torres gemelas de Nueva York provocando el derrumbe y ocasionando la muerte de 3.000 personas. Sin embargo hay numerosos disidentes de esa “verdad”. Cientos de arquitectos e ingenieros afirman convencidos que la caída de las torres fue una demolición controlada, con cargas explosivas en la base de los edificios. La colisión de los aviones, no habría sido más que un señuelo. Otros consideran improbable que un grupo de terroristas hubiera podido eludir los exhaustivos controles de seguridad de EEUU (aeropuertos, espacio aéreo…), que las autoridades estadounidenses conocían con antelación que se iba a producir el atentado y que por ello aquel día había tan pocas personas (unas 3.000) trabajando en WTC, y que en los días anteriores hubo movimientos económicos sospechosos a la vista de los acontecimientos.

            La infinita pena que invadió a los estadounidenses, el miedo que les causó sentirse vulnerables y su habitual patriotismo, le permitió al entonces presidente de EEUU, George W. Bush la, iniciar la “guerra contra el terrorismo”. Dentro de esta campaña política y militar se enmarcan la destrucción y ocupación militar de Afganistán a partir de 2001 y de Irak desde 2003, causando decenas de miles de víctimas mortales y el expolio de sus recursos naturales; la guerra en Paquistán y en Somalia y la Iniciativa Transahariana de Lucha contra el Terrorismo que implicó a todos los países musulmanes de Africa.
           
            La crisis económica mundial que estalló en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers ha hecho insostenible para EEUU prolongar en el tiempo la “guerra contra el terrorismo” por lo que, tras la localización y asesinato de Osama Bin Laden por un comando de élite del ejército estadounidense en Paquistán y ordenado por Barack Obama (el primer presidente mulato de la historia de los EEUU, la primera persona que obtiene el Nobel de la Paz, no por lo que hubiera hecho sino por las expectativas que había generado) EEUU ha dado por cerrado el círculo y está retirando las tropas de Irak y Afganistán.

            Me había propuesto obviar el 11-S, la primera frase de este artículo así lo indica, pero me temo que el propio artículo demuestra que no lo he conseguido, que sólo he dejado pasar la fecha, pero no el acontecimiento. El 11-S es como Dios, omnipresente, omnisciente y omnipotente.

jueves, 1 de septiembre de 2011

ZAPATERO CREANDO EMPLEO


            Hace un año del Gobierno que preside Rodríguez Zapatero aprobó una reforma con el pretendido objetivo de transformar empleo temporal en empleo indefinido. Ahora, ante el clamoroso fracaso de dicha reforma (nueve de cada diez contratos que se firman son temporales), renuncian al fomento del empleo indefinido y se conforman con el mantenimiento del empleo (temporal). En palabras del Ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, conocido por participar en los movilizaciones convocadas por su sindicato UGT en protesta por la reforma laboral, días antes de aceptar el cargo de ministro, “es preferible un empleo temporal que un desempleado”.
            Con tal objetivo, el Gobierno de Rodríguez Zapatero, ladinamente, aprobó un Real Decreto-Ley el pasado viernes 26 de agosto, que ya es ruindad aprobar un Real Decreto-Ley a finales de agosto.
            Tal Decreto-Ley “de medidas urgentes para la promoción del empleo de los jóvenes, el fomento de la estabilidad en el empleo” suspende por dos años el artículo15.5 del Estatuto de los Trabajadores que prevé la transformación en fijo del trabajador que lleve dos años con contratos temporales en el mismo puesto y empresa. A partir de ahora, a un trabajador que hubiera sido contratado con 25 años para 2 años, al que se le hubiera prorrogado dicho contrato, otros 12 meses ya no se le transformará en fijo sino que podrá seguir dos años más (ya con 28 años) con su contrato formativo cobrando un 75% (del sueldo del convenio o del SMI, que son 641 euros mensuales) ya que estará un 25% de la jornada recibiendo formación. Así pues, estamos ya, con 30 años y un salario de 480 euros mensuales.
            Los comprometidos empresarios; perdón, emprendedores se les llama ahora, que utilicen esta modalidad de contratación se verán bonificados con una reducción del 100% de las cotizaciones sociales durante toda la vigencia del contrato. Y si, después de esos 5 años de contratación eventual, sin pagar a la Seguridad Social, decidieran transformar el contrato temporal en indefinido disfrutarían de una reducción de 1.500 euros/año (1.800 en caso de trabajadoras) durante tres años más.
            En fin, me he quedado sin palabras, para valorar semejante reforma. Esto sí que es sensibilidad social. Aprendiz a los 30 cobrando 480 euros al mes. ¿Hablamos de emancipación de los jóvenes, de pagar una hipoteca o un alquiler, de crear una familia y elevar la tasa de natalidad?