lunes, 3 de diciembre de 2012

GRACIAS, SEÑOR

            He leído una columna de Salvador Sostres en la que se reconcilia con el mundo, con Dios y hasta consigo mismo. Sin duda no es la columna en la que más odioso se muestra este individuo pero a mi me ha resultado estomagante.
            Son muchas más las cosas que funcionan que las que podrían ir mejor, dice. En realidad, no son pocos los que prefieren que las cosas que podrían ir mejor sigan sin funcionar para así poder disfrutar de lo que sí les funciona a ellos. No olvidemos que el confort, el lujo y hasta la riqueza son relativos. Lo son en tanto otros no disponen de ellos.
            El mundo no es un lugar maravilloso en el que siempre hay pan cuando vas a comprarlo, el mundo es un lugar odioso en el que siempre hay gente que no puede comprar el pan que está esperando ser comprado.
            Nos exhorta Sostres a dar gracias a Dios por el pan tierno, el agua helada, la precisión de los semáforos o las aceras anchas. Sin duda podrán hacerlo quienes coman ese pan que irán a comprar en un cuatro por cuatro a cualquier hora del día o de la noche por amplias avenidas reguladas por precisos semáforos y sin reparar en quienes estén preparando su lecho en una acera, quizás no muy ancha, quizás en un callejón de otro barrio, sin haber probado una tierna baguette como la que comprará Sostres y tal vez ni tan siquiera un duro mendrugo del día anterior.
            Sostres da gracias a Dios por tener una esposa y una familia; y por disfrutar de la lluvia al otro lado del cristal. Sin duda puede darlas, no son pocos quienes perdieron lo uno y lo otro poco antes o después de perder un empleo que les permitía pagar un techo. Ahora no pueden dar gracias a Dios por la lluvia del otro lado del cristal, porque ellos están al otro lado del cristal. Tampoco pueden dar gracias por los amigos, puesto que también se perdieron con la casa, la esposa y el empleo. Sostres da las gracias, pero, cómo podría darlas si todo el mundo tuviera casa, esposa y amigos. What a wonderful world!
            Gracias por mi iPhone Señor. Espero que otros te agradezcan el periódico del día anterior que hojearán antes de taparse con él para pasar la noche.
            Gracias por los bares de hotel. Espero que otros agradezcan los restos de mi comida que depositan en cubos de basura junto a la puerta trasera.
            Gracias por la hora de cenar y por el ibuprofeno. Espero que otros te agradezcan las noches sin excesos gastronómicos ni digestiones pesadas y bienaventurados sean por no tener que usar almax ni omeprazol.
            Gracias por la sintaxis y el desodorante. Gracias por permitir que no hieda como quienes duermen a la intemperie.
            Gracias por el trabajo como concepto. Gracias por permitirme vivir sin trabajar mientras los más no viven a pesar del duro trabajo y otros, cada día más, no tienen un empleo que les permita malvivir.
            Gracias Dios mío y gracias Adam Smith.