lunes, 22 de abril de 2013

LEVIATÁN


            Esta mañana he escuchado una reflexión de Iñaki Gabilondo sobre las diferencias entre la reacción de EE.UU. y España en relación al terrorismo. Según parece han surgido comparaciones entre la reacción de la ciudadanía estadounidense ante la clausura de una ciudad para dar caza a un terrorista tal y como se ha hecho en EE.UU. y el hipotético rechazo que en España hubiera generado una situación similar. Iñaki Gabilondo, desde su pretendida autoridad moral y competencia profesional, lo lamenta, como lamenta que a dos funcionarios de policía “que se han pasado la vida luchando contra el terrorismo” se les impute por colaboración con banda armada. Que sucediera eso en EE.UU. también le parece inimaginable y marca las diferencias entre un país y otro.
     
            Yo, por mi parte, creo que nada tenemos que aprender del “país de las libertades y de la democracia”. El estado de derecho supone que hay un ordenamiento jurídico al que están sujetos no sólo la ciudadanía sino también las autoridades. Las garantías del ciudadano ante la ley (penal) empiezan por la presunción de inocencia, el derecho a un juicio justo, sin dilaciones indebidas, por el juez natural (vamos, nada de tribunales políticos como la Audiencia Nacional) y el derecho de asistencia letrada, por un abogado de oficio si el detenido no designa uno y a justicia gratuita si no dispone de medios.

            Ayer mismo oí en las noticias como, con total naturalidad, se decía que el detenido (por el atentado de Boston) “no tendrá derecho de defensa por ser un caso de seguridad nacional”… por cierto, qué juez decide qué o quién afecta a la seguridad nacional y por tanto se juzgará sin derecho a la defensa, ¡ah! que no lo decide ningún juez, que es la propia administración quién lo decide; la misma que detiene e interroga, la misma que acusa. No parece que le vaya a resultar muy difícil el caso al fiscal. Cierto es que esto (dejar sin derecho de defensa a un detenido) es perfectamente coherente con perseguir y asesinar disidentes y/o “enemigos” de la nacionalidad que sean, en cualquier parte del mundo, pero eso no quita para que nos escandalicemos y denunciemos públicamente la hipocresía del país que se dedica a “exportar la democracia” por todo el mundo.

            En ocasiones se han anulado condenas por haber recaído en juicios sin las debidas garantías procesales. El riesgo de que alguien sea juzgado en esas circunstancias es uno de los criterios comúnmente admitidos para considerar antidemocrático un determinado régimen.  Aunque ese criterio no parece regir para EE.UU. El país que se presenta como modelo del liberalismo y del respeto al individuo se está revelando como el auténtico Leviatán que todo lo puede, y lo puede por encima de las personas y de las instituciones y de los principios.

 

martes, 9 de abril de 2013

Barkos vs Barcina


            Ayer me desayuné con un notición que Diario de Navarra colocó en su portada. Afirmaba el rotativo que la diputada Barkos pidió en el Parlamento español una subvención de 150.000 euros para una empresa de la que es accionista. Feo, feo, suena muy feo. Paso al cuerpo de la noticia y se me salta la risa. Uxue Barkos aportó 1.200 euros a Euskalherria Irratia.

            Esta emisora de radio, la única en euskera de toda Iruñerria, lleva treinta años funcionando sin ninguna subvención. Se le ha negado repetidamente la licencia en diversos concursos más que cuestionados tanto en la redacción de las bases y baremo como en la aplicación del mismo y la resolución.

            Evidentemente Euskalherria Irratia no es una empresa que reparta dividendos entre sus “accionistas”. Esa compra de acciones más bien parece una aportación a fondo perdido, una cotización como las que se hacen a cualquier asociación, sindicato u ONG, para posibilitar su funcionamiento. Euskal Herria Irratia es más ONG que cualquier ONG ya que no recibe subvenciones públicas y muchísimas ONG sí (de diferente cuantía, claro, depende de cuán cercanas estén al gobierno: FAES, Fundación Ideas...)

            Diario de Navarra ha hecho un perfecto ridículo en su afán por proteger a la Presidenta del Gobierno, Yolanda Barcina, que no ha sido imputada en el caso de la dietas de la CAN por ser aforada. Este sí es un escándalo mayúsculo. El pasado sábado miles de personas nos manifestamos por las calles de Iruñea pidiendo su dimisión. Yolanda Barcina, siendo miembro del Consejo de Administración de CAN, de la Junta de Entidades Fundadoras de CAN y de la quasi clandestina Comisión Permanente de la CAN (órgano desconocido en el Consejo de Administración de la CAN y que sólo contaba con cuatro miembros que cobraban del orden de 6.000 euros por sesión en concepto de dietas). Yolanda Barcina se subió el sueldo de Presidenta del Gobierno un 33% cuando decidieron eliminar la Comisión Permanente de la CAN y en consecuencia sus dietas, semanas después de haber saltado el escándalo a la prensa; este episodio coincidió con una congelación salarial del funcionariado, después llegó la supresión de la paga de Navidad. Yolanda Barcina, tras cesar como alcaldesa y ser elegida parlamentaria pidió reincorporarse a su plaza de funcionaria en la Universidad Pública de Navarra para cobrar durante el tiempo que transcurrió entre el cese de alcaldesa y la toma de posesión en el nuevo cargo (algo más de dos semanas, en verano, cuando ni siquiera iba a tener que pisar el centro).

            Yolanda Barcina, la amiga de las fotos, la inauguradora de todo lo construido y por construir, lleva una semana (la que ha pasado desde la imputación de sus compañeros de órgano asesor, supervisor o como quiera que lo denominaran en sus, también desconocidos estatutos, de la CAN) escondida, y varios meses desaparecida en su acción de gobierno que se limita a aprobar decretos preparados por los titulares de los diversos Departamentos con la esperanza de salvar su imagen aunque sea a costa de estos. Ahora, Diario de Navarra se apresta a echarle un capote insinuando comportamientos irregulares en la oposición, pero la gente tiene esta pendiente del futuro inmediato de los dirigentes de su partido favorito, UPN.