Lo
cierto es que pretendían ceder, a cambio de una miseria, la parcela al Opus Dei
y planteaban construir un “campus” de FP en el antiguo Centro San José (una
pequeña parcela en zona urbana, saturada de tráfico) que costaría tres o cuatro
veces más de lo que recibiría por el CIP Donapea.
El
chanchullo es escandaloso. El profesorado del CIP Donapea lo ha rechazado desde
el primer momento, y el alumnado también. No necesitan ir a ningún sitio, su
centro está bien (todo es susceptible de mejorarse), la alternativa que se
propone es ruinosa para las arcas públicas y esconde un pelotazo del Opus. La
movilización social y el hecho de que el Gobierno de Navarra no disponga de una
mayoría parlamentaria que lo sostenga han puesto en peligro el PSIS (plan
sectorial de incidencia supramunicipal) que sustentaba la operación y el rector de la
Universidad de Navarra, Alfonso Sánchez-Tabernero ha hecho pública hoy la
decisión de rescindir
el convenio sobre el proyecto Donapea.
Durante meses tanto el Gobierno de Navarra como la propia Universidad nos han estado diciendo que los acuerdos están para ser cumplidos y ahora, con una flema admirable renuncian para “contribuir a la recuperación de la concordia, que es el contexto adecuado para impulsar cualquier proyecto en el ámbito de la educación y la investigación".
Me
alegro, me alegro de la rescisión, porque de momento salva al CIP Donapea. Y
digo de momento porque no creo que el Opus desista de su objetivo, de hecho ya
dice que es para “recuperar la concordia” que requiere cualquier proyecto… Pero además, quiero hacer una reflexión sobre
esa rescisión.
Cada vez que una administración pública tiene que rescindir un contrato paga cuantiosas indemnizaciones (el estado tendrá que indemnizar a la empresa del proyecto Castor si finalmente se paraliza, aún cuando los terremotos en Tarragona sean causados por la actividad del proyecto; el Departamento de Salud tendría que indemnizar a Mediterránea de Catering si rescindiese la adjudicación a pesar del pésimo servicio que prestan) y evitar pagarlas es un argumento para mantener el acuerdo, nefasto para los intereses públicos, que se cuestiona. Sin embargo ahora, va el Opus Dei y, unilateralmente, decide la rescisión de ese acuerdo que tan discretamente firmaron y eso no conlleva indemnización alguna. Parafraseando el latiguillo de los casinos “el Opus siempre gana”.