viernes, 11 de noviembre de 2011

FALACIA DEL MERCADO Y LA DEMOCRACIA

Nos han educado en la identificación de capitalismo y democracia. En la (con)fusión del sistema económico y de la forma de gobierno, siguiendo la clasificación de Marta Harnecker. Sin embargo mercado y democracia nada tienen que ver. En estos momentos en que el sueño del libre mercado produce monstruos (ruina y exclusión masiva en las sociedades opulentas, un auténtico cuarto mundo dentro del primer mundo) y la gente empieza a desconfiar de esa identificación que se le inculcó y a pedir “democracia real, ya” rechazando el mercado libre y sus perniciosos efectos. Surgen titiriteros de la palabra dispuestos a mantenerla engañada.
Es el caso del periodista John Müller, quien afirma literalmente: “el mercado libre es una metáfora de la democracia”, y continua: “En los diversos mercados coinciden a diario las decisiones de millones de personas… Es como una votación permanente en una democracia.” No me importaría estar en una votación permanente, participar a diario con el resto de las personas en la toma de decisiones políticas. Dudo que al señor Müller le gustara que la gente pudiera tomar decisiones políticas a diario. Una cosa son las decisiones económicas que tomamos millones de personas a diario, tales como comprar un pan blanco o uno integral, en la tienda del barrio o en el hipermercado e incluso confiar nuestra nómina a tal o cual banco o caja de ahorros y otra muy distinta decidir cuantos asesores tiene el alcalde o la cuantía de sus retribuciones si se concierta la educación privada o se destinan los presupuestos de educación a la pública o si cierta macro-infraestructura se hace en un territorio en otro o en ninguno.
Pero la gran diferencia entre mercado y democracia que niega cualquier parecido, y aún cercanía, entre uno y otra es que en la democracia es principio básico “un hombre, una mujer, un voto” es decir que el voto de todas y cada una de las personas vale lo mismo (luego ya se encargará una Ley D’Hont de desmentirlo). En cambio, en el mercado, en el Libre Mercado, no todos los operadores tienen la misma capacidad económica. Vamos por volver a la metáfora que propone el señor Müller, que Bill Gates o Carlos Slim votan un millón de veces y usted y yo una sola; o ninguna, porque en esos censos electorales, que según la teoría de John Müller serían las bolsa de Nueva York, Londres o Madrid quizá no figuramos ni usted ni yo y ellos sí, en varias de ellas y no una sola vez sino tantas como acciones poseen. Si además consideramos que en esa “democracia” que es el mercado participan no sólo personas físicas sino también jurídicas resulta evidente que el mercado como metáfora de la democracia es una falacia.

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