martes, 13 de marzo de 2012

11-M

Desde que UGT y CC.OO. anunciaron la convocatoria de manifestaciones para el pasado domingo 11 de marzo en protesta por la aprobación mediante Decreto de una reforma laboral salvaje la ultraderecha ha atacado sin descanso a estos dos sindicatos, y por extensión al sindicalismo en general.
El 11 de marzo de 2004 hubo un atentado múltiple en Madrid que se llevó por delante 192 vidas. A todos nos impresionó la masacre y la hemos lamentado. Pero ahora, la ultraderecha pretende que ese día es suyo, suyo y de alguna asociación de víctimas afín. Pretenden que movilizarse, por el motivo u objetivo que sea, es una ofensa. Se ha dicho que los sindicatos tienen los otros 364 días al año para manifestarse. Cada uno es muy libre de ofenderse por lo que quiera pero, objetivamente, no ofende quien pretende combatir, también ese día, una reforma laboral que se va a aplicar los 365 días del año. La desregulación laboral que conlleva esta reforma no hará un paréntesis cada 11-M y la clase trabajadora, por muy solidaria que se sienta con los familiares de las víctimas de aquel atentado no podemos dejar de mostrar nuestro rechazo ni un día, tampoco ese. El año pasado el 11 de marzo fue viernes y fuimos a trabajar. Nadie nos dijo que ese día era para homenajear a las víctimas de aquel atentado y que dejáramos de acudir a nuestros puestos de trabajo. Este año, el 11 de marzo ha sido domingo, no es día de labor y ahora sí pretenden disponer de nuestro tiempo y negarnos nuestro derecho (incluso constitucional) a manifestarnos.
Ha pasado el 11 de marzo y las manifestaciones y movilizaciones contra la reforma laboral van a seguir. Y la ultraderecha, el gobierno y el empresariado van a seguir criticándolas. Lo que ellos han hecho con el 11-M sí es una ofensa y una deplorable utilización del dolor de unas familias por sus víctimas. Ellos sí han instrumentalizado el 11-M para neutralizar a quienes rechazamos la reforma laboral del  Gobierno y todos los recortes sociales que la han precedido.

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