martes, 9 de octubre de 2012

ELOGIO DE LA MEDIOCRIDAD

            He recibido por correo electrónico un mensaje supuestamente firmado por Forges en el que plantea que la raíz de nuestros problemas, de esta crisis sistémica, consustancial al capitalismo e internacional que asola nuestra sociedad y acosa nuestro estado de bienestar es la mediocridad. Dice que nos hemos convertido en un país mediocre. Y cuándo no lo fuimos me pregunto yo. Más aún, ¿qué país no lo es?
            Es lamentable un país que se preocupa más por el fútbol que por la política. ¿Qué país no se preocupa más por el fútbol que por la política? Francia, Alemania, Italia, Reino Unido…  EEUU no, pero allí tienen el basket, el base ball y el hockey.
            También somos mediocres porque “cada español esta añorando un Estado para él solito”. Y lo que parece una crítica al individualismo de pronto se convierte en una crítica a los nacionalismos “periféricos” (el nacionalismo español no es de mediocres ni contraproducente, sólo los periféricos): la causa es que “tenemos unos políticos periféricos que no ven más allá de sus narices”. Y añade la solución: “necesitamos unos políticos que formen al pueblo con amplitud de miras y no con visión de sillón”. Previamente había afirmado que sólo votamos a mediocres. Y digo yo ¿es que nos tienen que formar los políticos mediocres o no? Lo que tienen que hacer los políticos es obedecer la voluntad del pueblo y no decirle al pueblo lo que este tiene que hacer. Recuerdo ciertos políticos profesionales que cada vez que se manifiesta el rechazo del pueblo a sus decisiones dicen: “tenemos que hacer mucha pedagogía, no hemos sabido explicar…, no hemos sabido comunicar…” Lo que no han sabido (o querido) es escuchar.
            “Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente al televisor”. Sin duda. Pero, ¿cuántos minutos diarios ven la televisión los estadounidenses, que pasan por ser el ejemplo a seguir en todo el mundo?
            Somos un país mediocre. Por supuesto, y ¿qué país no lo es?, ¿qué país es un país de genios? En todos los países hay una minoría de personas brillantes, otra de necios e ineptos y una gran mayoría de mediocres, como no puede ser de otra forma. Y es que, si los mediocres alcanzaran la formación y la inteligencia de los brillantes estos dejarían de serlo porque lo son precisamente por comparación con los mediocres.
            Que uno, dos, tres o cuatro presidentes no sepan inglés no es ninguna vergüenza, porque lo que hace falta es que un presidente tenga conciencia social e integridad para defender los intereses generales y no los de ciertas élites en las que aspire a integrarse. La vergüenza es que en treinta y cinco años no lo hayamos tenido.
            Tampoco es mediocre un país por que cada gobierno haga una reforma educativa. Lo mediocre es que ninguna de ellas haya servido para formar y cultivar a sus gentes notablemente. Lo mediocre es que se siga la estela de otros países que pretender “cualificar” a sus jóvenes para que ocupen empleos en los que poder ser productivos en vez de facilitar una formación integral para ser “más cultos”, para ser “menos brutos”. Y ahí llega otra “evidencia” de nuestra mediocridad: “no tenemos ni una sola universidad entre las 150 mejores del mundo”, deficiencia cuya corrección es una prioridad para el gobierno: fomentar la excelencia. La élite económica y sus peones (la élite política) necesitan que sus hijos e hijas tengan la mejor formación, la excelencia a ser posible, para perpetuarse en el poder (económico y político). Para ello y para evitar la permeabilidad social nada mejor que fomentar postgrados de pago y elevar las tasas de la universidad. ¿Qué mediocridad es peor una población con cientos de universitarios formados en universidades que no están entre las 150 mejores del mundo o una población sin estudios universitarios con una élite intelectual proveniente de la élite económica y política?
           

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